Corría el año 1926 cuando el Ayuntamiento de Stuttgart decidió aceptar la sugerencia de la Deutscher Werkbund (una destacada asociación de arquitectos y artistas de la época) para organizar una llamativa exposición internacional sobre arquitectura y urbanismo en una de las colinas cercanas a la ciudad.
La dirección del proyecto, bautizado como Weissenhofsiedlung (colonia Weissenhof), se encargó finalmente al arquitecto Mies van der Rohe —futuro director de la Bauhaus—, quien se encargó de seleccionar y coordinar a otros 16 jóvenes arquitectos —casi todos tenían menos de 45 años—, entre quienes se encontraban Le Corbusier, Gropius, o Peter Behrens.
En aquellas fechas la mayoría de ellos no eran figuras muy conocidas fuera de los movimientos de vanguardia, pero con el tiempo algunos acabarían por convertirse en los más grandes arquitectos del siglo XX.
Entre todos ellos dieron forma a una singular barriada compuesta por 21 edificios que ejemplificaban a la perfección la arquitectura racionalista más innovadora del momento, y en los que se contaban hasta un total de 60 viviendas experimentales que debían servir de modelo para las casas de los trabajadores del futuro.
La exhibición se inauguró en julio de 1927 y fue un rotundo éxito, pues en apenas cuatro meses pasaron por ella cerca de medio millón de personas.
Sin embargo, no todo el mundo veía con buenos ojos aquella muestra de arquitectura y urbanismo de vanguardia. Los sectores más conservadores de la sociedad alemana veían la propuesta arquitectónica de la Weissenhof como un urbanismo contrario a la tradición germánica.
Vista aérea de la colonia Weissenhof |
Con la llegada de la década de los 30 y el ascenso de Hitler al poder, los nazis no ocultaron su rechazo a aquella arquitectura indigna de Alemania, prácticamente comparable al 'entartete kunst' (arte degenerado) realizado por pintores "judíos y bolcheviques".
Para colmo, las formas racionalistas de los edificios ideados por Gropius, Le Corbusier y sus colegasrecordaban demasiado —en opinión de los nazis— a las viviendas blancas y cúbicas de las ciudades árabes, más propias de una "raza inferior", y no de la estirpe germana.
Con semejante punto de vista, no es de extrañar que las autoridades nazis planearan su derribo. Aunque con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial la idea de acabar con aquella "indigna" muestra de urbanismo quedó en un segundo plano, poco después el punto de mira se fijó de nuevo en la Weissenhof.
En esta ocasión fue el Alto Mando de la Wehrmacht, el ejército alemán, quien planeó su demolición con vistas a construir en ese lugar sus oficinas centrales. Por suerte aquellos planes nunca se hicieron realidad, pues el ejército decidió finalmente trasladarse a Estrasburgo.
Sin embargo, no terminaron ahí las amenazas a la supervivencia de esta peculiar muestra de arquitectura de vanguardia. En los últimos años de la contienda el ejército nazi situó allí una importante batería antiaérea, por lo que la colonia Weissenhof se convirtió de inmediato en objetivo prioritario de la aviación aliada.
Cuando los bombardeos del bando aliado alcanzaron su mayor virulencia, en septiembre de 1944,hasta 185.000 bombas alcanzaron el núcleo urbano de Stuttgart, destruyendo más de la mitad de la ciudad.
La colonia Weissenhof tampoco escapó al desastre, pues 11 de los 21 edificios resultaron destruidos y los que sobrevivieron lo hicieron con daños de distinta consideración.
Bloque de viviendas diseñado por Mies van der Rohe |
Con el fin de la guerra y el nacimiento de la República Federal Alemana, el destino de aquella singular barriada quedó en manos del Estado. Durante décadas los edificios fueron alquilados como viviendas y, aunque fueron declarados Monumento Histórico, no fue hasta 1981 cuando las autoridades decidieron acometer trabajos de restauración y conservación en el barrio.
Uno de los dos edificios realizados por Le Corbusier junto a su habitual colaborador Pierre Jeanneret se convirtió en Museo Weissenhof a partir del año 2002, mientras buena parte del resto de construcciones siguen siendo utilizadas como viviendas privadas para particulares.
En la actualidad, cuando faltan menos de 15 años para que se cumpla el centenario de su construcción, las viviendas Weissenhof que sobrevivieron al odio nazi y a los horrores de la guerra constituyen uno de los mejores ejemplos de arquitectura del movimiento Neues Bauen (Nueva objetividad), y sus líneas y volúmenes mantienen, pese al tiempo transcurrido, un marcado aire de modernidad.
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